Oh, que penita. Ya se acaban las películas de Roger Moore. Se estaban poniendo un tanto extrañas con eso de meternos en los 80, y no mantenían el nivel de las primeras, pero aún así me resulta triste despedirme del mejor James Bond.
En esta última aventura de Moore, 007 tiene que investigar a un empresario de la electrónica, para descubrir que planea destruir Silicon Valley en EEUU, lugar donde se concentra el 80% de la producción de microchips. Con esto pretende crear un monopolio que solo él controle, a pesar de acabar con la vida de miles de trabajadores en su empeño.
Recuperamos parte del humor perdido, y perdemos parte de las músicas mierderas encontradas al comenzar los 80. Además de esto, aparece un joven Dolph Ludgren, un Christopher Walken rubio de bote, y una Grace Jones, que si bien la mayoría la considera la chica Bond menos atractiva de la historia, es uno de esos enemigos pintorescos tan adorados por un servidor.
Nos despedimos de Roger Moore con una pistola de oro, una buena banda sonora y grandes actores. No es para menos. Mañana estrenaremos nuevo Bond, aunque solo para dos películas.
VALORACIÓN 007: Pistola de oro
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