Creo que esta es la peli más floja del Bond Brosnan, porque el ritmo aburre bastante. No obstante, el villano (o al menos su concepto de invulnerabilidad temporal) recuerda a los buenos tiempos de Moore, y ciertas innovaciones como el ataque a las oficinas del MI6, dan cierta frescura a la saga. Pero vaya, que la película en sí es una patata.
Bond tiene que proteger a una heredera de un monopolio petrolífero amenzada de muerte. El MI6 sospecha que quien anda detrás de ella es un hombre que la secuestró una vez y que fue mandado eliminar por la agencia británica. Recibió un tiro en la cabeza pero no le mató, simplemente le anuló el sentido del dolor conviertiéndolo en un ser más peligroso. La bala tarde o temprano le acabará matando, pero mientras tanto será uno de los rivales más peligrosos a los que Bond haya tenido que enfrentarse nunca.
Con un argumento así, a priori podría ser un peliculón Bond, pero los escenarios elegidos son un poco... cutres. No tengo nada en contra de Azerbaiyán ni Kazajstán, pero no es que abunden los monumentos conocidos y los paisajes bonitos por allí, al menos en las secuencias de la película. Eso, unido a que la amenaza es cuanto menos ridícula, hace que pierda emoción todo.
En estas condiciones le daría un tercer pezón como valoración, pero como esa calificación realmente significa que la película es tan prescindible e innecesaria como la tercera tetilla de Scaramanga, vamos a dejarlo en una licencia para matar por las escenas de acción, el concepto del villano insensible y la originalidad de mostrar al MI6 vulnerable, algo nunca antes visto en la serie Bond.
VALORACIÓN 007: Licencia para matar
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