lunes, 11 de noviembre de 2013

Pirañaconda



Tengo una debilidad: las pelis malas. Me encanta el buen cine y lo sé apreciar, pero aún así tengo estómago para digerir películas realmente horrendas sin miedo a intoxicarme. Es más, las disfruto porque sé a lo que voy. Y dentro de este vicio que es la cutrez fílmica, hay un manjar en forma de monstruos mierdosos e imposibles. Y es por ello que he decidido crear la sección "Monstruos mierder", porque sé que voy a tener la necesidad de utilizar esa etiqueta en más de una ocasión. Y seguramente siga yendo de la mano de "Película destripada" como en esta ocasión. Eso sí, tengo que ser honrado y las demás películas de serie B con monstruos absurdos las voy a sacar del ciclo de terror, porque ya sabemos que en realidad rozan la comedia.
Pero a lo que vamos, "Pirañaconda". La tradición de explotar películas taquilleras de grandes estudios sin ningún tipo de vergüenza la inició The Asylum hace un par de años, con ejemplos como "Transmorphers" cuando se estrenó "Transformers". Todo con un presupuesto mucho más reducido y un regusto cutre que tira para atrás. Pues bien, "Pirañaconda" es la hermana tonta de "Piraña 3D" y tiene una etiqueta made in SyFy, el canal que no se corta un pelo a la hora de emitir mierda de la que me gusta. No obstante, esta puta locura la vi el sábado en laSexta 3.

La historia comienza con un grupo científico que se adentra en la selva en busca de los huevos de un misterioso reptil que está devorando lugareños. El científico jefe es Michael Madsen, que muchas deudas debe tener para meterse en este fregado de peli. El caso es que mientras recogen unos cuantos huevos del nido, la bicha sale de un lago y se zampa a los ayudantes. Para que nos hagamos una idea de lo grande que es la pirañaconda, no hay nada mejor que una escena devorando un helicóptero.


Tras este receso durante los créditos iniciales, continuamos con una banda sonora compuesta por gatos en celo y llegamos al rodaje de una película de terror en la salva hawaiiana en la que habita la pirañaconda. Una rubia pechugona que hace las veces de ayudante de producción va en busca de no sé qué cacharro. Para dar la impresión de que la rubia es inteligente, pues mejor ponerle unas gafas de pasta, para disimular los pechos de 5 kg cada uno, que cojones. Pero tan lista no será cuando se le acerca el bichejo a 10 cm y no se cosca hasta que la revienta. Después de eso, nadie pregunta por ella hasta el día siguiente. Era parte fundamental del equipo, por lo que se puede ver.

Llega un nuevo día y el rodaje sigue. Pero antes llegan las muertes innecesarias de la película. En una escena sin sentido, una chavala va a darse un chapuzón en el lago, llega la pirañaconda y zas, muerta. Ni habla, ni sabemos quien es ni importa. Después aparecen tres pechugonas más, que supuestamente son botánicas. ¿Cómo hacemos más creíble eso? Pues con gafas de pasta joder, con qué va a ser. Están buscando una flor tropical perdida o algo así, parece algo importante para la trama pero... no. Son devoradas si pena ni gloria y no se vuelve a saber de ellas. Ni sabemos su nombre ni nos importa. Y por último, una muerte semiabsurda más, que al menos nos sirve para saber que no hay una, sino dos pirañacondas (cosa obvia si es que ponen huevos, no creo que venga el espíritu santo reptiliano a fecundar bichas).


Volviendo al equipo de grabación, y para complicar las cosas, son secuestrados por unos tipejos armados que van a pedir un rescate por ellos. ¿Y a quién más tienen preso? Pues a nuestro doctor favorito, Michael Madsen. Mirad que malotes son los secuestradores, con caretas esqueléticas y todo:


Ahora, viene la escena que explica el origen de las pirañacondas... o no. El doctor nos dice que es una anomalía genética que hiberna bajo tierra y  sale a cazar de vez en cuando. Si te gusta la expicación, bien. Si no, te jodes.

Y llega el momento de hacerse el héroe. La guionista se escapa de la base de los secuestradores, pero va a parar al nido de la pirañaconda y vuelve con el rabo entre las piernas. Pero claro, atrayendo al bichejo tras ella. Menos mal que el especialista y el pirotécnico de la peli consiguieron escapar y llegan justo a tiempo al rescate. Un par de explosiones, unos cuantos muertos y a salir pitando.


Mientras huyen en coche, una pirañaconda persigue a los supervivientes de la película, pero menos mal que el jefe de los secuestradores está tan furioso que lanza su lanzamisiles portátil, el que todos llevamos siempre encima, y le vuela el careto a un monstruito.


Ya queda menos para salvarnos pero... oh mierda, nos hemos quedado sin gasolina en mitad de la selva. Pues nada, habrá que andar. Mientras esto pasa, el director de la película, que se había separado del grupo, se topa con la enésima pechugona de la cinta, cuyo novio ya ha sido comido y digerido, para tener ambos una muerte mierder en el nido de las pirañacondas.


Y llega la apoteósis final. Los secuestradores atrapan al grupo, pero justo al mismo tiempo aparece la pirañaconda que queda viva. Se zampa a todos los malotes y una rubia de postre, y el especialista, la guionista y el doctor tratan de escapar. El especialista tiene el plan maestro de usar dinamita contra el monstruo, mientras que los otros dos se van en lancha. Pero ay, el doctor quiere llevarse uno de los huevos de la bicha para ser rico y famoso y por eso la mamá o el papá serpentea tras ellos. Al final el profesor acaba en el río y es devorado, que penita. Y ya queda el clímax, un salto desde lo alto de una cascada mientras la cabeza de la última pirañaconda explota al tragarse su propio huevo llevo de explosivos (WHAT???).


Uy, ¿he dicho última? Pues no, porque mientras la pareja protagonista se da el beso final, llega una nueva pirañaconda y se los zampa. FIN.

Tengo que reconocer que los efectos especiales de las pirañacondas estaban más logrados de lo que esperaba. La película es una puta mierda, faltaría más, pero no se molesta en ocultarlo. Juega sus cartas muy bien y hay que darle un aplauso.

  

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