domingo, 31 de marzo de 2013

King Kong contra Godzilla

Bien es sabido que me gusta dar una pista al terminar el ciclo de lo que vendrá el mes siguiente. Ésto constituye la prueba de que dentro de cada género hay una infinidad de conexiones con otros completamente distintos, que es difícil encasillar una película dentro de uno solo y bla bla bla. El caso es que este blog funciona mediante ciclos, y el razonamiento que acabo de usar me sirve para hablar dentro de cada uno de lo que me da la gana. Resumiendo, que el mes que viene tenemos ciclo de ciencia ficción, con especial atención a las películas de serie B en las que un servidor es experto. Muchas horas de basura llevo a mis espaldas como para disfrutar con esa clase de cine cutre. Y es por ello que despediremos el ciclo de cine asiático, en el que habéis visto que hay joyitas de mucha calidad, con la creme de la merde: King Kong contra Godzilla.


Lo fácil habría sido coger el Godzilla original y comentarlo, porque eso es más o menos soportable. Pero no, a mí en la serie B me gusta rizar el rizo y es por ello que abordamos la mierda más pura y hedionda. Como no puede ser de otra manera, a lo largo del mes que viene nos encontraremos muchas películas destripadas. Y esta no iba a ser menos.

Creo que hay varias versiones de esta idea descabellada, pero yo me centro en la japonesa de 1962. Para empezar, quien espere una lucha épica entre dos criaturas míticas, que se vaya despidiendo. Son dos señores  disfrazados bailando agarrados:


Pero vamos al principio. ¿Qué fatalidad del destino hizo que estos dos colosos se encontraran bailando tango en Japón, llegando incluso a morrearse como se ve en la imagen? Pues bien, la expedición que encuentra a King Kong iba en busca de unas bayas misteriosas, que casualmente tienen la propiedad de dormir al gorila gigante. Y esto lo saben bien los indígenas de la isla, porque son.... japos pintados con betún. Si alguna vez has sentido curiosidad por saber como sería un cruce racial entre un asiático y un negro aquí... no podréis verlo. Siguen siendo japos maquillados. Y muy mal por cierto. King Kong bebe para olvidar el despropósito y claro, cae rendido con la droga y es trasladado a Japón por la compañía farmaceutica que iba a recolectar las bayas. Por eso de sacarse unas perrillas extra con el negocio de mostrar al bicho en público.


Mientras tanto, unos domingueros que conducen un submarino en pruebas, chocan con un iceberg en el que Godzilla estaba atrapado y liberan al monstruo. No pierde tiempo en llegar a las islas niponas a romper maquetas sin ningún pudor. Aquí se puede ver su mirada perdida de bestia furiosa:


Total, que el mejor plan que se les ocurre a las autoridades para frenar a Godzilla es soltar a King Kong delante suya "a ver que pasa". Y lo que pasa es que Godzilla le da una somanta de palos, por eso de que puede lanzar fuego y tal. Y es que la gomaespuma y fieltro de la que está hecho King Kong prende con facilidad. Menos mal que unos científicos superinteligentes descubren que Godzilla odia la electricidad, pero a King Kong... ojo al dato, le encanta. Es más, se pone tan cachondo con la electricidad que le da superfuerza. Dejando a un lado lo absurdo que es que a un lagarto gigante de piel escamosa, gruesa y casi aislante que escupe fuego le de cosica un calambrazo, lo verdaderamente surrealista es que a un simio que no lleva más protección que la tupida pelambre de su cuerpo, una descarga eléctrica le de más fuerza de la que tiene en lugar de chamuscarle los cataplines. Pero no importa, el ejército duerme a Kong, lo ata a unos globicos y lo deja caer, literalmente, donde está Godzilla.


Después de deslizarse por una pendiente dando culetazos, llega donde se encuentra Godzilla, destrozan juntos el templo japonés de Playmobil y, one more time, Godzilla le abrasa el culete. King Kong empieza a tirar piedras y al final, no se sabe como, él termina atrapado bajo ellas. Pero, oh milagro, llega una tormenta eléctrica, un rayo revive a Kong, y acaba venciendo finalmente al lagarto antediluviano. ¡Viva Kong, el pararrayos gigante!


La película acaba con King Kong pirándose a su isla, y todos felices salvo los maquetistas japoneses. Pero... eso es lo que pasa en la versión americana, que es la que un servidor vio. En la versión japonesa gana Godzilla, o eso cuenta la leyenda. No seré yo quien lo compruebe y espero que vosotros tampoco.


Daremos por hecho que salvo contraindicación lo que vamos a ver en este ciclo será penoso, así que pasamos de valoraciones.

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