Tomarse un pica-pica de los de la infancia. Esa podría ser la sensación que me dejó esta película: una base ácida con algunos toques dulces en una mezcla muy divertida (o eso me parecían en mi paso por la educación primaria).
Momoko es una de estas japonesitas seguidoras de la corriente "Lolita". Chicas que ansían una vida al estilo rococó francés, con su vestuario extravagante, sus modales refinados y una idea solitaria de la existencia. Ya os podéis imaginar de qué hablo viendo la imagen.
Poco a poco, en unos momentos de flash bastante estrafalarios, se van dando detalles de su pasado que enmarcan su presente. Con un padre un poco gañán y unos apetitos de moda bastante lujosos esta jovenzuela se ve obligada a buscar dinero para satisfacer sus caprichos lo que le hace conocer a Ichigo, su alter ego.
Si bien Momoko es la imagen del estilo refinado con unas férreas convicciones, Ichigo es una motera ruda y enérgica que necesita del respaldo de su banda. Lo que en nuestras tierras andaluzas se podría asemejar al perfil de cani.
Ese choque de mentalidades con una fuerte carga kitsch hace de esta comedia nipona un ejercicio de frescura muy pero que muy curioso. Perfecta para pasar un buen rato con más originalidad que muchas de las comedias que nos intentan vender.
Y ya para acabar, y a posta del ciclo actual, solo me queda añadir que si al principio la producción del lejano oriente me pudo resultar algo extraña en sus formas cada vez me convenzo más de que hay mucha calidad por aquellos lares. Con esto os animo a darle una oportunidad a este cine si no estáis muy familiarizados con él. Espero que compartáis esa sensación.
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