domingo, 18 de agosto de 2013

Carretera al infierno


Para terminar la Road Movie Week era inevitable acudir a esta película protagonizada por nuestro muerto favorito, Sean Bean. Una nueva entrada de la sección "Las muertes de Sean Bean" es la guinda perfecta para el pastel de este miniciclo de películas de carretera que me he sacado de la manga esta semana.


De argumento más que trillado (no en vano es un remake de la cinta original de 1986), unos jóvenes recogen a un autoestopista que en principio parece la mar de majo pero que, oh sorpresa, resulta ser un psicópata asesino. ¿Qué raro, no? Pero es que a ver quien se resiste a la sonrisa de buenazo que tiene nuestro amigo Sean. Total, que por lo visto el pirado no tiene nada mejor que hacer que acosar a estos dos chavales y dejar un reguero de cadáveres, accidentes y expresiones de malote a su paso.


Pero lo que aquí interesa es la forma en que la diña el auténtico protagonista. Después de romperse las muñecas para escapar de las esposas que lo retienen en una furgoneta de traslado de presos al final de la película, Sean Bean se carga a tres policías en un momento, revienta un par de coches patrulla y vuela la tapa de los sesos al sheriff. Pero su fallo es dar por muerta a la heroína de la película (entendiéndose heroína como mujer valiente, no como la droga que debió tomar el guionista de la cinta) después de encerrarla en la furgoneta y prenderle fuego. La chica escapa y le pega no uno ni dos, sino tres disparos a quemarropa con una escopeta. Te confías demasiado, Sean... Aunque tampoco parece importale demasiado morir así, porque nos deja con una sonrisita en los labios. Supongo que será la costumbre.


La película es mala, no nos engañemos. Quitando al bueno de Sean, al resto de actores no los conoce ni el tato, el argumento hace aguas por todas partes y ni tan siquiera nos explican porqué puñetas el asesino quiere cargarse a los tiernos adolescentes. ¿Pero qué más da? Tenemos a Sean Bean haciendo de loco homicida con un rifle en la mano, lanzando coches por acantilados y desmembrando adolescentes con trailers, ¿qué más se puede pedir?

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