sábado, 8 de noviembre de 2014

Zombeavers (o castores zombis)

 

Zombeavers. O castores zombis. Da igual como lo llames, apesta y encanta a partes iguales. Promete mucho más de lo que luego nos da, pero diablos, son castores zombis. Aunque si os digo que se han gastado cuatro duros en hacerla, estoy inflando el presupuesto.

Pincho de castor zombi

No sé cual es la sinopsis oficial, pero os voy a hacer una honrada: Dos gilipollas van por la carretera y tiran un contenedor con caquita radiactiva a un lago en el que viven unos adorables peluches que nos dicen que son castores. Los bichejos reaccionan malamente al mejunje y se vuelven malotes. Pasan 40 minutos de problemas adolescentes y a los peluches les da por atacarlos, ya sea por aburrimiento o por que lo exige el guión. Total, que los peluches no solo son malosos, sino que además no se mueren ni dándoles en el coco. Y además, además de ser zombis por parte de padre, por lo visto tienen raíces vampirescas por parte de madre, ya que si te dan un mordisco, te vuelves castorpiro o vampistor o como coño os salga llamar al engendro en el que se convierten los protagonistas. Y para culminar el cacafui, nos encontramos unas tomas falsas más mierdosas que el making of de una peli de Almodóvar.

No se si es la mujer castor o la mujer gorrina

Con una recaudación más que lamentable, dudo que veamos un Zombeavers 2, por mucho que nos quieran dejar el final abierto con una nueva plaga de abejas zombis. Y a mí, cuando desperdician una idea con tantas puñleteras posibilidades en un bodrio de tal calaña, sinceramente lo prefiero.



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