miércoles, 9 de octubre de 2013

House



Una de mis series favoritas, tanto por guión como por protagonista principal. En sus orígenes iba a ser una serie de médicos más (y demos gracias a Dios porque se olvidaran de la sosez de diálogos y los odiosos tonos pastel de episodio piloto), pero con los años se dejó de lado a la medicina para centrarnos en las adicciones, manías y resolución de enigmas del Dr. House. Es más, puestos a hablar de lo que iba a ser y no fue, en principio Gregory House iba a ir en silla de ruedas en lugar de apoyarse en bastón, pero el hecho de poder caminar ha dado rienda suelta a toda su hijoputez supina.


Unos actores secundarios más que sólidos que no tienen reparos a la hora de sufrir burlas y chanzas a costa del lucimiento de la estrella de la serie. Ni que decir tiene lo que esta serie ha hecho por las carreras de Jennifer Morrison y, especialmente, Olivia Wilde. Gran banda sonora y temas filosóficos profundos enmascarados en forma de cabezonerías de House. Es más, si no recuerdo mal, en Italia durante un curso universitario de filosofía, psicología o algo así, se llegó a estudiar la psicología de House.

Si hay algo que realmente ha molado a lo largo de estos años, han sido los carteles promocionales de las nuevas temporadas de House, de lo más original que he visto en cuanto a series. Como esto no es más que una reseña, no es plan de liarme con el tema de los carteles. Eso es más bien una misión para Bdoll.


Resumiendo, que a mi me mereció la pena seguir la serie de principio a fin, con una conclusión relativamente inesperada (aunque te la puedes medio oler porque encaja perfectamente con el personaje) y que me deja un gran recuerdo. Recomendable 100%


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